jueves, 31 de octubre de 2013

La Lírica en tiempos de crisis



Buenas noches. Soy Gabriel, estoy aquí en el día de hoy a título personal. Quisiera agradecer en primer lugar a la Delegación de Juventud del Excmo. Ayuntamiento de Los Palacios y Villafranca la oportunidad que me brinda para poder decir estas palabras, a Hilario y Chuchi, del Múapelo por cedernos el bar para la realización de este acto, y a todas y cada una de la personas que estáis aquí por vuestra presencia.
Hoy no voy a hablar de mi libro, aunque parezca raro, ni voy a tratar de sacaros los diez euros que cuesta. No. Hoy no. Hoy, miércoles treinta de octubre de 2013, quiero hablaros de una cosa mucho más grave que nos está privando de lo más importante, las ilusiones, las ganas de vivir o incluso la felicidad.
Se habla mucho de los recortes en Sanidad, Educación, Cultura, y demás, pero esos recortes no son sólo económicos, sino mucho más profundos, más crueles y más innecesarios, porque se recorta en el Patrimonio Inmaterial de las personas, no sólo de los ciudadanos. 
Ante esta situación tan gravísima que vivimos a la que bautizaron como crisis y que yo siempre he considerado atentado terrorista y después guerra encubierta, la Lírica se presenta como un valor necesario que debemos fomentar y tratar de conservar a toda costa, porque es la base de un mundo mejor y el germen de la recuperación de unos valores olvidados, ya que quiero creer que no se han perdido. En estos momentos en los cuales la población está hundida en la miseria más absoluta, se hace necesaria la presencia del Arte, la Literatura, la Creación y la Creatividad. Debemos invocar a las Musas, aterrorizadas por el miedo colectivo a perder lo poco que va quedando ante el materialismo más salvaje y sus apologistas, que sólo piensan en la acumulación de poder porque el dinero ya les es insuficiente.
Veréis, y permitidme el tuteo…
Siempre ha habido malos tiempos para la Lírica. Ya lo decía Golpes Bajos en su canción en el año 1982, como hemos escuchado antes de mi intervención, y mucho antes ya se quejaban nuestros ancestros de lo mismo. Y pasarán otros treinta años y seguirá existiendo una mala época para todo lo que suponga el desarrollo intelectual de las personas. A los poderosos no les interesa que la gente, la gran masa, piense o se plantee las cosas. Ellos quieren tener a la Sociedad aborregada y a su merced, y por eso tratan de eliminar todo rastro de las Humanidades, no sólo del sistema educativo, sino de la mente de las personas, de los individuos, porque así sólo serán obedientes y no cuestionarán. No tendrán pensamiento crítico y será más fácil manipularles y hacerles creer todo tipo de mentiras, perfectamente diseñadas para hacer creer lo que ellos quieran.
Por eso, en estos momentos, se hace tan necesaria la reivindicación de la Lírica, de la Fantasía, de todo aquello que nos haga ser partícipes de un mundo mejor, más justo, más solidarios. En estos momentos de agitación, de incertidumbre y de pobreza, no sólo económica, debemos recuperar todo esto que nos enriquece. Es necesario volver a darle importancia a las Humanidades. Ahora más que nunca necesitamos de la Arquitectura, la Danza, la Escultura, la Música, la Pintura, la Poesía (y Literatura en general), porque no debemos permitir que sólo el dinero sea el único valor que inunde y domine toda nuestra motivación.
¿Y qué podemos hacer cuando nos falta el dinero para llenar el frigorífico o alimentar a nuestros hijos? Ayer, mientras escribía esta conferencia, un buen amigo me decía que  podían darle por el saco a la Lírica cuando no había para comer. Pocas veces me he posicionado tan en contra en la opinión de alguien, pero ayer le expliqué que podemos hacer muchísimas cosas sin pensar sólo en lo que nos cuesta o el dinero que vamos a percibir. Es cierto que quienes vivimos de la Lírica tenemos derecho a ser retribuidos por nuestro trabajo, pero también es verdad que tenemos la obligación de hacer que ésta no se pierda, que perdure a lo largo del tiempo. Todos y cada uno de nosotros tenemos una responsabilidad para con la Lírica, no sólo los creadores. Y todos y cada uno de nosotros podemos hacer que el materialismo que nos rodea no la entierre.
 Me explico: Es fácil leer un libro, prestarlo, regalarlo, ir a las diferentes bibliotecas y compartir lo que tenemos. Y quien habla de lectura, también puede hablar también de pintura, de escultura, de arquitectura, de creación literaria, fotografía, cine o tebeo. Podemos acudir a exposiciones en galerías de Arte o Museos, deleitarnos con la obra de los diferentes artistas, vuelvo a insistir, conocidos o no. Para mí, uno de los mayores placeres que conozco, es visitar el Museo de Bellas Artes y mostrar a alguien, que lo desconoce, un efecto tridimensional en un cuadro, que te transporta al interior del mismo. A través de este simple ritual, se logra que se sepa apreciar una magnífica pintura. Y esto, no cuesta absolutamente nada, pues no estamos hablando de un viaje a Sevilla, Madrid o Hamburgo, sino de un instante compartido. Algo que puedes realizar tú mismo sin más recursos que el conocimiento que dentro de ti tienes y compartes con el resto. Podemos salvar la Lírica compartiendo nuestro conocimiento, aprendiendo del resto. ¿Cuántos paseos damos por el Pueblo sin apreciar su arquitectura? A mí me encanta la casa que hay al lado de la Mercería, y no tenemos que irnos muy lejos, este rincón u observar des de La Atalayuela las calles. ¿Y qué precio tiene eso? Ninguno. Estas acciones tan sencillas como humildes están al alcance de cualquiera, sin importar si hay en su cartera un euro o un millón.
Cualquiera de nosotros puede coger de la mano a su hijo, su sobrino o su nieto y mostrarle la grandeza de la Lírica. Cualquiera de nosotros es capaz de tomar entre sus brazos a un niño y explicarle un tebeo o un cuento para que aprecie las imágenes que tiene y comience a entender ese apasionante mundo que es la Lectura. Sólo haciendo que los niños lean antes de saber leer lograremos que se interesen por el contenido de los libros, los tebeos, los cuentos.
Ahora es el momento de educar y enseñar, de recuperar la tradición oral, de encontrarnos con los trovadores que nos recitan poemas, cantan canciones o los músicos que nos deleitan con sus instrumentos. Ahora debemos darle el valor que durante mucho tiempo hemos confundido con precio a todo aquello que se llamaba Arte.
En estos duros instantes de oscuridad se antoja necesaria la luz de la Cultura, de la Lírica, de la Creación y la Fantasía, pues la cruda realidad está demasiado presente en nuestra vida, y no nos deja ver más allá de los problemas diarios y habituales, ocultando cualquier solución a los mismos.