miércoles, 30 de enero de 2013

Una reflexión sobre la infancia


Antes de ser seleccionado o enterarme del proyecto de Blogguz sobre Aldeas Infantiles, hablaba con mi querido amigo Juan Jesús, de la tienda Pinocho en Los Palacios sobre la infancia y los diferentes juguetes, los de los chinos o tiendas multiprecio que se son baratos y se rompen al momento y esos que perduran a lo largo del tiempo, esos que se heredan de padres a hijos e incluso a nietos. Me hizo recordar mi infancia, la cual transcurro feliz, sin traumas ni historias que me alejasen de ella. Yo fui un niño cuando tocó serlo, un adolescente con su revolución hormonal y de todo tipo enfrentándome a quién con trece o catorce años me exigía una madurez que los años y la misma vida me ofrecería en su debido momento. Creo que cada etapa de la vida tiene su momento, y la infancia no ha de ser robada ni traumatizada, porque eso no se supera nunca, aunque se diga que sí. Tras ver el maravilloso corto de Icíar Bollaín, debo reconocer que me emocioné con las historias que contaba en el metraje, ya que muchos de esos niños sólo lo fueron porque tenían la edad, no porque tuviesen la oportunidad de jugar o reír. Sus historias me hicieron reflexionar sobre la fortuna que es vivir y disfrutar de una infancia, volver la vista atrás y recordar juegos con cariño y no con temor, rencores u odios. En este punto, no puedo dejar de alabar la labor de quienes en Aldeas Infantiles trabajan, y desear que llegue un día y pueda conocer, de primera mano, el proyecto, visitándolo, compartiendo juegos, risa y conocimiento. A Iciár Bollaín, darle la enhorabuena por un cortometraje narrado con sensibilidad y estilo, con un montaje que hace que resulte corto y quieras más.