viernes, 25 de enero de 2013

Profesionales de la subvención, jetas parasitarios y otros especímenes

La impunidad con la que se me mueven según qué personas y la facilidad que tienen para vivir a costa del erario público de forma holgada sobrepasa, en la mayoría de las veces, los límites de la ausencia de vergüenza y honradez. Podría hablar de algún que otro organizador de congresos, salones del cómic u otro tipo de celebración cultural que va de cultureta haciendo una enarbolada defensa de este tipo de encuentros sin la contaminación comercial de los mismos, pero prefiero alejarme de levantar polémicas, más que todo porque no me da la gana que se me cierren según qué puertas, sobre todo ahora, que trato de lanzar mi carrera literaria . Demasiado tengo ya con el veto hacia mi persona en Canal Sur.
Por eso, quiero aprovechar la ocasión para hablar de una tal Amy Martín, a la cual no conoce ni el Tato, pero que gana más de medio millón de las antiguas pesetas(y elijo bien la moneda a utilizar) por escribir un artículo para algún que otro periódico o los cajones de cualquier despacho. Esta pseudoseñora que no es más que la que se abre de piernas, independientemente de su relación, para un cargo del Partido Socialista, vive del dinero de todos los españolitos de a pie de forma muy cómoda, mientras los cerebros y personas muy preparadas se van al extranjero porque aquí, en su Patria, no les dan las oportunidades que necesitan, entre los políticos sin escrúpulos y los empresarios explotadores que quieren mano de obra gratuita. Cuántas veces he escuchado yo que no había dinero porque estaban comenzando o la cosa estaba muy mala... ¡Hace veinticinco años! Desgraciadamente, nada ha cambiado, porque gracias a estos elementos (y elementas por si las hembristas se nos mosquean), el oficio de columnista y escritor de opinión sigue infravalorado por la sociedad.

martes, 22 de enero de 2013

Maus, de Art Spiegelman

Han pasado varios años desde que un lector, y hoy buen amigo, me recomendase el cómic Maus, de Art Spiegelman. Años en los que he anhelado su lectura y dado de chocazos por no haber podido sumergirme en sus páginas y disfrutar de su lectura. Ayer estuve atrapado durante tres horas por la historia de Vladek Spiegelman, narrada a través de las charlas que su hijo mantuvo con él. Al contrario de Si esto es un hombre, de Primo Levi, la narración está contada con una dulzura que te hace querer continuar sin agobios, lo que no evita que la historia no sea dura. Hay momentos en los que alguna anécdota nos roba una sonrisa, otros que ponen los vellos de punta y otros en los que preguntas por qué los nazis fueron tan crueles con sus experimentos. Entender por qué Art Spiegelman escogió los ratones como animales conductores es una cosa que se desvela en las páginas de Maus. De obligada lectura, debería ser libro de cabecera en la lucha contra la intolerancia, el  racismo y la xenofobia, y una guía para que los políticos entiendan que nos están llevando al Holocausto y al genocidio de una forma lenta y progresiva al privarnos de lo más elemental. Sin lugar a dudas, este tebeo, que no novela gráfica, es una obra maestra a la que aún le faltan lectores: Todas y cada una de las personas que abrazan el antisemitismo, el nazismo y todos los -ismos que promulgan la diferencia de clases, el odio al diferente y la destrucción de los más desfavorecidos.