sábado, 7 de mayo de 2011

Historia de un acordeón

Las estampas urbanas que una ciudad ofrece son más bellas si cabe que las fotografías tomadas por turistas o las postales de recuerdo. Hace años escuché por primera vez un tango argentino, interpretado por un hombre viejo. Viejo por su edad, viejo por su mirada, viejo por su experiencia. Acompañado por un acordeón y un pequeño perro nos regalaba sus notas en la calle, sin exigir nada, ni siquiera esa moneda que le servía como sustento. Aquellas canciones tenían el aire nostálgico de alguien que añora su tierra y no su patria, una persona que no es del lugar, pero ya no se siente del sitio que le vio nacer. Aquella melodía sonaba siempre, con aquel aire de melancolía pero no tristeza, a pesar de aquella profunda mirada de experiencia y vida. Sonaba, día a día, en el mismo lugar de la calle, no sólo aquel tango porteño, sino músicas de París y aquella canción de El Violinista en el Tejado que tanto me gusta, y que canté con una muy buena amiga en una noche de Semana Santa mientras cenábamos. Sonaba hasta que un día dejó de hacerlo. Los días ya no sabían a lo mismo, y las melodías que un día cantó Gardel estaban silenciadas. Un día volví a verlo, pero no eran las mismas manos las que acariciaban sus teclas. Era una mujer quien lo abrazaba. Entonces supe qué sucedió. No hizo falta preguntar.

miércoles, 4 de mayo de 2011

El Bolígrafo de Gel Verde


Acaban de dar las cinco de la mañana, y leo la última frase de este maravilloso libro, ya que me resultaba imposible abandonarlo hasta el día siguiente. Mi bolígrafo de gel verde ha dejado de pintar, pues ha escrito, de forma indeleble sobre mi alma, una lección que jamás olvidaré. Sus 317 páginas son incapaces de dejar indiferente a nadie que se sumerja en su lectura o hacer que ésta sea una más al uso. Con palabras sencillas consiguen llegar al lector y arrancarle un ataque de risa, pegarle un pellizco en la boca del estómago, o como es mi caso, hacer que las horas destinadas a Oneiros sean dedicadas al que yo considero el mejor libro que he leído en años. No uno de los mejores, sino el mejor. Ya lo iba recomendando mientras buceaba en una historia real, que puede sucedernos a o a mí, y no sólo en un instante, sino de forma tan cotidiana y habitual que seríamos incapaces de darnos cuenta, a no ser que pase algo que nos abra los ojos y nos haga preguntarnos muy seriamente si queremos seguir esclavos de una rutina que nos roba la vida, prisioneros en una cárcel invisible de tantos metros cuadrados. Desde la más profunda sinceridad, quiero darle la enhorabuena a Eloy Moreno por esta obra maestra, y a su vez las gracias por escribirnos en el alma con la tinta de gel verde, una perfecta metáfora del significado de la vida.

martes, 3 de mayo de 2011

Suicidios de empresa

Abordamos hoy un tema que planteé semanas atrás, aunque no ha visto la luz hasta ahora que lo planteo por su seriedad, pues han pasado varios meses desde que la sociedad se escandalizaba por la cantidad de trabajadores que se suicidaban dentro de la empresa France Télécom. A pesar de culpar a la gran carga de trabajo, o los rendimientos exigidos, yo puedo pensar que hay razones más profundas que los números y cuentas de resultados. No es difícil que imaginar situaciones de altísimo estrés laboral, de incompatibilidad de vida personal y laboral, turnos que no dan opción a algo tan esencial como es vivir. Es decir, superar el refrán popular de vivir para trabajar para únicamente trabajar y desconocer el momento en el cual se pueda volver a vivir. Estar atrapado en una rutina que oprime, asfixia y agobia puede acabar con las ilusiones personales de cualquiera y arrojarlo en un pozo sin fondo del que es imposible salir sin la ayuda o el apoyo necesarios. Con esto no quiero ni debo justificar el suicidio como una salida viable, sino mostrar la crueldad de las decisiones empresariales, a las que sólo le importan los beneficios económicos. Creo que tales presiones deberían estar castigadas por ley, ya que no es justo que la gente, las personas, entreguen su vida por una empresa que no sólo no los valora, sino que les importa poco o nada.

lunes, 2 de mayo de 2011

La Batalla de los Blogs

Hace un tiempo, no recuerdo cuánto, me apunté a algo que se llamaba La Batalla de los Blogs, y hoy me mandan un correo con las normas del evento. Me dicen que debo escribir sobre ello, y reclamar el voto, cuando yo no sirvo para ello porque no soy ningún candidato a ningún puesto, y este evento, pues como que me parece sólo curioso. ¿Cómo puedo reclamar el voto? No lo sé. Tan sólo confío en tu criterio, querido lector, querida lectora. Ya conoces este rinconcito desde hace años, y sé que puedo contar contigo. Huyo, como bien sabes de los discursos largos y elocuentes, cargados de retórica, pues suelo decir las cosas claras y directas, y esa es la línea que desde hace años sigo, no sólo en esta bitácora actualizada diariamente. Enlace A través de La Batalla de los Blogs se podrá decidir qué blog es mejor, aunque pienso que no hay blogs mejores o peores, ya que cada cual tiene su forma de expresarse. No pido tu voto, pero te lo agradeceré si me lo ofreces. Definitivamente, mi carrera en la política no tendría futuro.