lunes, 4 de julio de 2011

Escándalo en la SGAE

No es un secreto que la Sociedad General de Autores y Editores está cometiendo irregularidades constantes. Bien sea a través de la exigencia y cobro del canon digital, sus métodos y actuaciones o invasiones en la intimidad para demostrar que no se aplicaba aquello que exigían. Incluso se han atrevido a insultar, injuriar y descalificar al mundo internauta por descargarse canciones o películas, en una campaña de desprestigio que les ha llevado a robar y destruir la presunción de inocencia, al gravar los soportes por si acaso. Han sido años en los cuales se ha evitado mover un dedo para investigar a dónde iba lo recaudado, sin tener idea de qué se hacía con lo recaudado, pues no llegaba a todos los socios, y muchos de ellos se quejaban de no recibir aquello que les correspondía. Muchos autores se han autoproclamado víctimas de una sociedad a la que antes defendieron a capa y espada. ¿Por qué no la cuestionaron antes? ¿Por qué despreciaron a su público? Vergüenza debería darles ponerse la medalla de plañidera indefensa. Ahora no sirve de nada tratar de dar pena, porque nadie se lo cree o traga. Sería lógico, ético y honrado que la cúpula directiva de la SGAE dimitiese, pues la entidad está muy por encima de los interese particulares de unos individuos que robaron la presunción de inocencia de millones de persona, por el hecho de navegar en Internet.

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