martes, 31 de mayo de 2011

Papel amarillo y tinta electrónica

Debo reconocer que desde que uso Internet, son pocas las veces que salgo a buscar libros antiguos, cómics perdidos o rarezas, pues la comodidad ha logrado que prefiera buscar aquello que no encuentro. No obstante, algunas veces vuelvo a sumergirme en alguna librería de viejo para perderme entre el embriagador perfume que las páginas y hojas amarillentas desprende, ese olor impregnado en las paredes, en el lugar, que forma parte del encanto del mismo. Hoy me he detenido a comprar una novela de esas de bolsillo, de las que costaban una peseta, un duro o algo más, que he pagado a euro, recordando mi infancia y preadolescencia. Curiosamente, mientras palpaba aquel librito, llevaba en el bolsillo mi ebook, con El Aleph, de Borges recién descargado, una obra que me ha perseguido desde aquella época. Anecdótico resulta que en esta época de conexiones informáticas, modernidades y cacharros de leer o bibliotecas portátiles, el tacto del papel y la pulpa del mismo se siga prefiriendo los mismos. Lugares como la Librería Baena de la calle Feria de Sevilla me demuestran empíricamente que el papel está a salvo, y que debemos educar para que no se pierda, pues son formatos totalmente compatibles. Sigo alabando las virtudes de los nuevos formatos, mas no desprecio el encanto de lo viejo, lo cual me hace obligarme a perderme más en esas paredes cargadas de Historia.

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