lunes, 10 de enero de 2011

Tabaco, tolerancia y prohibiciones

Abro la columna de hoy como no fumador tolerante, y como tal, me manifiesto contrario a la nueva normativa, pues no sólo es injusta y discriminatoria, sino una ruina para la hostelería, y un atentado contra la libertad individual de las personas. Puedo entender que el tabaco es perjudicial para la salud, que mata, hechos probados hasta la saciedad, pero de ahí a discriminar a no fumadores por el simple hecho de serlo, y convertir al resto de ciudadanos en delatores, usando una ordenanza fascista, totalitaria, antidemocrática y no sé yo hasta qué punto anticonstitucional, existe un gran trecho. Es cierto que el derecho a la salud debe prevalecer, pero también hay que pensar que se debe educar para que la gente deje el hábito del tabaco, en vez de prohibir, en vez de atentar contra las libertades individuales, motivo por el cual aplaudo la insumisión de locales y restaurantes disidentes con esta ordenanza, e invito a ello desde esta columna. Hace unos años, cenando con unos amigos, uno de ellos abandonó el local donde tapeábamos para fumarse un cigarrillo, pues entendía que no debía molestar al resto de comensales, y antes, otro amigo me pidió permiso para hacerlo, pues yo no había terminado de almorzar, dos ejemplos de civismo que se añoran en esta ley, que sólo busca confrontación, división y enfrentamiento, como sucedió en los momentos previos a la guerra civil, algo que los viejos del lugar se empeñan en recordar, y que los más jóvenes debemos aprender y recordar.

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