jueves, 18 de noviembre de 2010

Leer no aporta nada

Hace unos días, mientras salía de un centro comercial para dirigirme a la presentación de una novela histórica inspirada en Sevilla, escuché la conversación ajena de una pareja que hablaba de best-sellers más que de libros, lectura y series de televisión. Este hecho, no hubiese tenido mayor relevancia, importancia, trascendencia o interés de no ser por la frase lapidaria que ella soltó: Me parece que me voy a poner a ver series, porque al fin y al cabo, leer no aporta nada...
Contundente, segura de sí misma y sin remordimiento alguno de consciencia, la señora o señorita, algo irrelevante en este momento, hacía un alarde y presunción de su incultura que me invitó a escribir este artículo. Leer no aporta nada. ¿Cómo que no aporta nada? ¿Acaso aprender y tener la mente abierta no es nada? ¿Dónde dejamos las emociones sentidas en las páginas de los libros? ¿En qué lugar queda el conocimiento adquirido? ¿Cómo se puede ser tan inculta, garrula o sencillamente cota de ideas? Puedo entender, respetar y aceptar que entre los gustos de las personas no esté la lectura, lo cual me preocupa sobremanera. Pero de ahí a sentar cátedra, de manera objetiva, sobre las falta de aportaciones de la lectura, no, puesto que a mí sí me aporta, y lejos de ser nada, no es poco lo recibido al abrir las paginas impresas y sumergirme entre ellas, que se convierte en lección magistral cuando tengo la suerte y el honor de conocer y compartir experiencias con el autor de la obra, ya sea un libro o un tebeo.

El lugar de la sátira

En este mundo del reinado de lo políticamente corresto, apenas queda sitio par el sarcasmo, la sátira, el comentario jocoso que, usando el humor, es tan mordaz e incisivo como un artículo de cualquier columnista serio. Hoy por hoy, sólo queda El Jueves, como referente satírico, el único superviviente en una sociedad de susceptibilidades heridas, incapaz de reírse de sí misma o aceptar la crítica. Una sociedad hedonista, egocéntrica y ególatra, exenta de agallas para defenderse sin la ayuda de abogados. No quiero pensar que la Guasa, con mayúscula esté agonizando, pues de hacerlo, la Libertad de Pensamiento, de Expresión estarán en serio peligro de desaparecer. Careciendo la censura de esta extinción de la Libertad y fomento del pensamiento único, veo como un gran peligro a la autocensura, pues esa es imposible evitarla o combatirla, pues se encuentra en el interior de cada persona, y se manifiesta cuando ésta siente temor, miedo o pánico a las represalias, a las amenazas del resto, de los aludidos, que sólo desean las críticas que supongan elogios y peloteos varios. Y lo peor es que no se puede hacer nada, porque nos encontramos delante de los principios de un mundo podrío, sin ética ni estética.

martes, 16 de noviembre de 2010

Xenofobia, prejuicios y política

En honor a la verdad, no sé si merece la pena escribir sobre la frase del señor Puigcercó nos ha dedicado a los andaluces o, sencillamente, y emulando a nuestro Rey decirle: ¿por qué no te callas?. Porque vaya perla que ha soltado al afirmar que en Andalucía no paga ni Dios. Hoy voy a hablar como charnego orgulloso de ello, como hijo de emigrante que soy, pues gracias al sudor de andaluces y extremeños en su gran mayoría, Cataluña está donde está. Esa mano de obra sobreexplotada que dejó atrás su tierra, sus orígenes, su familia, en definitiva, todo para poder llevarse un trozo de comida a la boca, para alimentar a sus hijos, sin que haya pasado un solo día en el cual no hayan añorado el lugar que les vio nacer. ¿Cómo se le ocurre, señor Puigcercó, insultar o injuriar a nuestro pueblo? ¿Cómo es capaz de tener tan poca vergüenza? ¿Sabe usted, acaso, qué sucede en el resto de España? Veo que no, que sólo es un egocéntrico al cual sería fácil tachar de cualquier insulto, pero que aquí obviaré a pesar de resultarme extremadamente tentador. Le aconsejaría, señor Puigcercó, que saliese de su despacho, de su Cataluña y viese el resto del territorio, no sólo Andalucía, para ver cómo trabajamos y contribuimos al fisco durante años, para que después nos quede una mierda de pensión de jubilación, invalidez o viudedad, mientras usted tendrá la vida resuelta por el único mérito de haber insultado al pueblo andaluz.

900

Hoy es un momento especial. Cumplimos novecientas entradas en este proyecto nacido hace más de cuatro años. Permíteme, querido lector, querida lectora, que haga algo de autobombo, y que te agradezca tu fidelidad día a día. Durante este tiempo ha pasado de todo. El blog, al igual que mi persona ha evolucionado, mutado en más de una ocasión, al igual que yo. He tomado el pulso a los más dispares asuntos, siempre y cuando me resultasen atractivos e interesantes. Siempre he tratado de dar mi opinión, de forma sincera, porque así soy yo, y esto sigue siendo cualquier cosa menos un blog personal, tal como definió una amiga hace años. No son pocas las cosas acontecidas, y las modas pasajeras, como la desaparición de las bitácoras, algo que cierta revista anunció erróneamente, pues se siguen creando estos diarios personales constantemente. De hecho, el otro día mi querido amigo Jesús abrió el suyo, el golfista golfillo, al cual le deseo lo mejor en estos mundo.
Una vez más, vuelvo a decir que no dejaré de escribir, porque es mi vida, y si a alguien no le gusta, que pase de largo, pero que no moleste, porque las rémoras sobran siempre, ya sean trolls online u offline, que también los hay. Tras 900 reflexiones, cuentos y otros menesteres, te emplazo a mañana, que retomaremos el pulso y le diré unas cosillas a cierto político catalán que sólo sabe insultar.