jueves, 14 de octubre de 2010

Oferentes de empleo

En honor a la verdad, no sé si estos políticos actuales son incultos, o directamente gilipollas. O ambas cosas a la vez. Con ese afán por machacarnos, agobiarnos y acosarnos con la dictadura de lo políticamente corresto, se inventan otro término más para definir a los parados, que es el de oferentes de empleo. Supongo que no habrán consultado la definición de la RAE, que nos dice que oferente es quién ofrece. Es decir, los oferentes de empleo son las empresas, y no los demandantes, puesto que los desempleados carecen de trabajo y no pueden ofertarlo ni ofrecerlo. Como si no tuviésemos ya bastante con las miembras, las constantes patadas al diccionario y tantas perlas que necesitaría toda Internet para enumerar y clasificar, vuelven a marear la perdiz una vez más. De manera innecesaria, como viene siendo habitual. Ese afán por usar la retórica para camuflar la realidad no es nada nuevo, pudiendo encontrar ejemplos en la novela 1984 de George Orwell o definir un comportamiento absurdo, según mi punto de vista, pues la realidad y la verdad sólo tienen una forma. Dejando la elegancia para sastres y el estilo literario para escritores, lingüistas, periodistas y quienes amamos la palabra, no estaría de más rogar y hasta exigir a la clase política que se dedique a combatir la corrupción, recuperar la honradez y dedicarse a gobernar, en vez de tanto mandar y perder el tiempo en nimiedades o gilipolleces.

miércoles, 13 de octubre de 2010

El siglo del desconocimiento

Me apena profundamente que la narrativa que hablaba del siglo XXI tiempos en tan pasados como antiguos no haya resultado tan visionaria como pudo serlo Julio Verne, equivocándose al definir la época actual como un momento de expansión de la mente, creación y desarrollo de la inteligencia. No dejo de lamentar que en este principio de siglo y milenio de la Era Cristiana, el conocimiento esté tan oculto y prohibido como en la Edad Media. Todo por culpa de la mediatización de la incultura, su apología y fomento, que no hace sino mostrar el reflejo de una censura encubierta. Lo que antaño se vaticinaba como el tiempo de la apertura de la mente, open your mind de tantas canciones, graffitis y mensajes ha quedado tan olvidado que parece nunca haber existido, y si alguien osa mencionarlo, se convierte en una víctima de la marginación, el ostracismo y el escarnio. Ahora no se plantea. Ahora sólo se siguen los dictados de una moda caduca y tirana, capaz de poner en tela de juicio lo establecido, incapaz de ir más allá de la apariencia, la fachada y el físico. Por eso me rebelo y sublevo contra esto, y decido combatir la incultura y el desconocimiento, declarándoles la guerra. No quiero que el siglo XXI sea tan oscuro como lo fue el XIII, No me da la gana. No lo voy a permitir.

martes, 12 de octubre de 2010

Vampiros emocionales

Abordar el tema de los vampiros emocionales y psíquicos me resulta tan difícil como hablar del cáncer, ya que es un mal que, desgraciadamente, conozco a la perfección. Aún así, lo intentaré, pues es obligado descubrir a estos despreciables seres, que se alimentan de la energía, ilusiones, proyectos, vida y demás del resto. El vampiro emocional llega a la vida de su víctima cuando más débil está, brindando un apoyo tan falso como hipócrita, erigiéndose como salvador de una situación incómoda y difícil, creando una dependencia de la cual es difícil salir, puesto que anula y conduce al ostracismo en una destrucción de la autoestima y a la vez creación de un sentimiento de culpa por ser de una forma que no gusta al vampiro, porque moldea la personalidad a su gusto y antojo, convirtiendo en pelele a quién caiga en sus redes, tan enmarañadas que salir de ellas es una odisea. Pero se puede salir. ¿Cómo? Cortando de forma radical, sin esperar nada, apoyándonos en quiénes nos quieren, y huyendo de gente así. Porque son dañinos. Tanto ellos como ellas. Es necesario advertir, hacer conocer que existen seres tan despreciables como estos, que se alimentan de nuestra positividad. Hay que gritar y rechazar, no dejar que usen el nombre de la Amistad para fastidiarnos y convertirnos en un reflejo de lo que somos. Quién nos quiera debe aceptarnos tal cual. Porque eso es el amor, y no lo que exija renunciar a nuestra esencia.