sábado, 24 de julio de 2010

El Último Nibelungo

Pocos conocen la historia que os voy a relatar, porque ya nadie queda de aquellos que la vivieron, de aquellos que la relataron, porque ya nadie quiere recordar aquellos tiempos donde los dioses caminaban junto a los mortales y aconsejaban a éstos. Un tiempo donde se forjaron muchos héroes y nacieron muchas leyendas, unas leyendas que para mí sólo son recuerdos del pasado, un tiempo tan lejano como el que llevo vagando por estos lugares.
En aquella época, cuando dioses y mortales eran jóvenes, yo no era más que un anciano que observaba el devenir del destino, protegiendo el legado de mi pueblo junto a los Dragones Guardianes de Nuestro Tesoro. Generaciones enteras transcurrieron sin ser perturbadas ni notar nuestra presencia. El Trono de los Dioses fue ocupado por muchos antes que el Gran Odín, un valeroso guerrero al que divinizarían junto a otros valerosos soldados. Hasta que llegó aquel al que llamaron Siegfried, Sigrfido, el humano que osó desafiar a todo un pueblo, toda una civilización. Mucho se ha contado sobre su gesta, mas nadie recuerda que no fue así. Todos olvidaron que el Anillo terminó de corromper lo que la sangre del Dragón pudrió. Todos olvidaron, salvo yo, Nabalungo, el Último de los Nibelungos...

miércoles, 21 de julio de 2010

Tráfico de niños

Si en el noticiario de a mediodía sale la noticia de una mujer rumana que vende a su bebé por 1200 euros o menos, estoy seguro que más de un comentarista de cualquier programa, sin importar sobre qué verse, tendrá pocos reparos en criticar de forma feroz y con dureza su actitud, invocando los poderes estatales o el papel del defensor del menor. No obstante, si quién cierra un trato para ocultar la identidad de la madre de un recién nacido por 16 millones de euros es Cristiano Ronaldo, no pasa absolutamente nada. Hablan con pena del dinero desembolsado, se le ríe la gracia y a otra cosa, mariposa, sin querer ver lo grave del asunto, que no es otra cosa sino un grave delito que el tráfico de personas, porque no nos engañemos, el jugador de la Selección Portuguesa ha comprado a su hijo, como una casa, un coche o una joya. Para él todo es mercancía al alcance de su mano, incluida la vida humana, y lo peor es que esto se consiente. Nadie, absolutamente nadie, pone el grito en el cielo, se opone a tal barbaridad o llama a las cosas por su nombre, y denuncia al futbolista. Existen 93 millones de razones para no hacerlo, ya que el dinero lo calla, compra y permite todo. Pues no, yo no voy a soportar que un pijo trafique con un bebé. Me opongo a ello, porque mi ética me lo pide así, puesto que hace mucho que la esclavitud fue abolida, y con ella la compraventa de seres humanos. Basta ya de soportar los caprichos de estos pobres hartos de pan, que confunden valor y precio.

Libelos fachas

Según el diccionario de la RAE, un libelo es un escrito en que se denigra o infama a alguien o algo. Con la definición que hoy titulo la columna diaria, quiero hablar sobre la libertad de prensa, algo tan necesario y démodé en los tiempos que nos ha tocado vivir o sufrir, según se mire, pues hoy sólo se está a favor o en contra de unos u otros, y encontrar la objetividad a la hora de abordar un tema es algo que nos cuesta a todos. Sin embargo, querer censurar la discrepancia a base de insultos y acusaciones falsas de totalitarismos, manda al traste los principios de la libertad. Me indigna que se quiera imponer una dictadura de ideologías desde la izquierda, traicionando sus pilares básicos de respeto a la diversidad y a la Libertad, valga la redundancia, y aún me indigna más el etiquetaje personal por dicho motivo, algo que recuerda a los tiempos del Holocausto, donde judíos eran marcados por su condición. Una vez más vuelvo a reclamar la necesidad de una variedad en la información y opinión, lejos de palmeros, lameculos y otros apéndices, así como lacayos que sólo saben alabar.
Medios de comunicación como ABC o Intereconomía no son merecedores del ataque sistemático que están sufriendo por cuestionar o ser diferentes al orden establecido. Sinceramente, no entiendo esta izquierda de galería y puño en alto, que se harta de jamón del bueno, en restaurantes de lujo mientras olvida sus principios e impone sus criterios, mancillando, escupiendo y usando la Constitución como papel higiénico, haciendo de la Democracia una dictadura de mayorías, irrespetuosa con la oposición y quién osa discrepar, ya que corre el riego de ser tachado de facha por ello, sin posibilidad de derecho a réplica ni a legítima defensa.