viernes, 16 de julio de 2010

Suma y sigue

Esto no para. Es una rutina demasiado habitual la de la violencia de género. No sé qué pasa en esta sociedad que rara es la semana, raro es el día que no sale en las noticias que un cabrón sin cojones ha acabado con la vida de su pareja o ex pareja. A pesar del tiempo que hace que no escribo sobre el tema, es algo que me tiene sensibilizado y más que harto, porque sigo sin comprender por qué se considera a las personas propiedad de otras o se somete a los dictados del poder fálico, ese machismo de caverna que considera a la mujer una ciudadana de segunda categoría. No sé cuántas veces repulsaré estos asesinatos, estos bárbaros comportamientos de esa gente normal. No sé hasta cuando seguiré desgañitándome gritando BASTA YA. Y no sé cuándo existirá una ley real, justa que proteja a las víctimas, de un género u otro, porque también hay hombres maltratados, aunque no sean noticia. ¿Qué más añadir? Las palabras siempre son las mismas: que denuncies si tu pareja te pone la mano encima, y que no permitas una segunda vez. Un cachete es injustificable, y la bofetada a lo Gilda en estos tiempos intolerable, incluso en el cine. Me pregunto por qué fallan las leyes en contra de la violencia de género, por qué aumenta esta maldita lacra y por qué me tienen que recriminar que escribo demasiado contra el maltrato.

jueves, 15 de julio de 2010

La identidad de los héroes


Con apenas pocas referencias sobre la Guerra Civil que enfrentó a los Superhéroes Marvel, y la muerte de Steve Rogers, el Capitán América, sólo puedo decir que aquello se produjo por la sugerencia del Gobierno estadounidense para hacer un registro público de enmascarados, como se produjo años atrás en la creación del Acta de Registro Mutante, aquel apartheid que discriminaba a mutantes y no mutantes en lo que recordaba la realidad social de aquel momento.
Tradicionalmente, los héroes han ocultado su identidad para proteger a sus familiares y seres queridos de sus enemigos, evitando así el daño y muerte de inocentes, así como daños colaterales, pues no son disputas de patio de colegio y es habitual ver villanos totalmente desquiciados por mil motivos, que convendría analizar profundamente unos conocimientos de psicología que no poseo, capaces de destruir el Universo si con ello logran acabar con su némesis. Sin embargo, historias como Civil War nos muestra ese control que quiere ejercer el poder en nombre de la seguridad, y cómo quiere destruir los valores que los héroes enmascarados representan, al querer hacer un registro de los mismos, y ordenar, desde el Gobierno, quiénes son los villanos a combatir, sin importar si en el pasado han sido compañeros de fatigas. Me parece muy rastrera la politización del superhéroe, sobre todo si se corrompe su esencia al revelar quién está detrás de la máscara y tratarlos como a peleles del poderoso de turno, al que sólo importará apoltronarse en el sillón, mientras ordena conflictos o guerras. No obstante, este argumento es más que perfecto para denunciar públicamente todo aquello que pasa desapercibido entre tanta cortina de humo y distracción superficial, ya que de otra forma es imposible enterarse, y los cómics se convierten en heraldos de una Verdad censurada de forma sutil por aquellos que no quieren que se conozca.

lunes, 12 de julio de 2010

Activismo antitaurino

Tomando como punto de partida mi nula afición a las corridas de toros, debo decir que estoy más que cansado de ese activismo antitaurino radical, que ofende de forma baladí y gratuita a intelectuales por el hecho de apoyar una cultura ancestral. Al margen de si existe tortura o no, que ese es un debate aparte, y sobre el cual me pronunciaré en su momento, rechazar y boicotear a grandes representantes de la cultura como Picasso, Dalí, John Fulton, que pintaba con sangre de toro sus cuadros, o Goya, denota una imposición de ideas, pensamientos y gustos que ríete tú de los grandes dictadores. Habiendo compartido más de un momento con personalidades del mundo del Toro y con detractores de la Fiesta, me quedo con los primeros, ejemplos de educación, respeto, tolerancia y amor al astado y la naturaleza. Personas con las que da gusto no sólo hablar, sino estar. No obstante, quienes se oponen sólo entienden de un fanatismo y una intolerancia que está más cerca del totalitarismo que del raciocinio. Entiendo que se discrepe en cuanto a gusto, pues es lo que nos hace ser personas y no gente, pero lo que soy incapaz de comprender es que se deje de admirar y apoyar a alguien por defender unas tradiciones ancestrales que son señas de identidad de nuestra Península, que se desprecie la Cultura, con mayúscula, por no hacer caso a un grupo de radicales que imponen sus ideas a base de insultos y descalificaciones.