lunes, 6 de diciembre de 2010

Alas para volar

Mientras leo la novela La Roldana, de Pilar de Arístegui, digiero un pasaje en el cual el padre de la imaginera hispalense le aconseja sabiamente que no deje que nadie le corte las alas para volar donde ella quiera. En la vida real, son muchas las personas, las gentes que nos encontramos con esa cruel afición y se pueden evitar de mil formas, ignorándolos, apartándolos de nuestro camino o enviándolos a lugares escatológicos como la mierda. Sin entrar en los motivos que los lleven a esto, pues requeriría una reflexión más profunda y exclusiva, quisiera decir que no sólo el ser humano corta las alas de quien quiere ser libre, puesto que el destino suele amputarlas de raíz, sin dar oportunidad de sublevación o rebelión o a que vuelvan a salir, pues es así y te jodes. Punto. No hay más. Patalear no sirve de nada, y quejarse, mucho menos. Tus sueños, aspiraciones o la misma vida se quedan enquistados mientras los ves pasar encadenado a una rutina tan detestable como incomprensible, de la cual es imposible salir. Me pregunto tantas veces el porqué de esto, de estas cornadas de ese toro llamado destino... No hay derecho a que suceda esto, a que los caprichosos dioses arrebaten el derecho a vivir de las personas, condenándolos a algo peor que la mismísima muerte, pues es una vida no vivida, postergada por esos designios tan crueles e inevitables. Me pregunto por qué no obtengo respuesta.

2 comentarios:

  1. tambien podias decir que es tu opinion,tu caso en particular,a lo mejor es que no sabes burlarte de las cadenas tu...

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  2. A ver, Miguel, veo que no conoces el blog. Aquí llevo varios años dando mi opinión, y me resulta una redundancia decir a diario que si mi opinión tal, u opino pascual. Como no te conozco, y no sé quién eres, no te diré si sé burlarme o no...
    Gracias por venir.

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