jueves, 7 de octubre de 2010

Éxito

El éxito suele ser la recompensa del esfuerzo y el trabajo, por mucho que se empeñen en hacernos creer las televisiones, medios de comunicación y ejecutivos de multinacionales cuando lanzan al estrellato a cualquier persona o producto. Cuando alguien triunfa en la vida, y no es necesario el reconocimiento de la fama, suele lograr los objetivos por los que ha luchado durante muchísimo tiempo. Años o una vida incluso. Por eso me suelo alegrar que sea así, y no practico ese deporte nacional llamado envidia. Me gusta ver progresar a la gente que quiero, me importa y aprecio, porque conozco y sé lo duro que ha sido el camino para saborear esas mieles del éxito, que bien define el sabio refranero español. Aún así, en más de una ocasión he escuchado ese anda coño despectivo, que tira por tierra todo el esfuerzo realizado, que tan dañino, destructivo y cruel resulta. Normalmente, quienes escupen esta negatividad suelen ser gentes vacías, insulsas y sin aspiraciones, con el único interés de robar la ilusión y energía como si fuesen vampiros psicológicos, o emocionales, las cuales hay que evitar para que sean incapaces de ensombrecer la felicidad que da la meta alcanzada en forma de triunfo, o éxito, pues llegar a donde se ha hecho no ha sido un camino de rosas, por mucho que nos hagan creer que es así.

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