sábado, 10 de abril de 2010

Huida hacia el abismo

La cañonera Thunderhawk expulsaba de su interior aquella cápsula de desembarco, con tres exploradores que antaño pertenecieron a los Ángeles Sangrientos en su interior, bajo la atenta mirada del inquisidor Presley, que había usado su poder e influencias para requisarla, ignorando y desafiando las órdenes que los Reclusiarcas del Capítulo habían dado. Sabía que aquellos jóvenes no regresarían ni combatirían junto a él nunca más, que su valor y hazañas serían olvidadas y pasarían desapercibidas en la vastedad del Imperio. Estaba seguro que el hueco que dejaban no se llenaría de ninguna forma y contemplaba por los ventanales de la cañonera cómo se alejaba el vehículo de evacuación, perdiéndose en la negrura de ese espacio asolado por la guerra interminable. Solo, con la única compañía de sus recuerdos y la sensación de haber tomado la decisión correcta, pensaba que era lo único que le importaba era el destino de quienes en su interior se encontraban, atados, sufriendo la Rabia Negra, reviviendo el sacrificio de Sanguinius, carentes de razón, juicio o lógica, con la mirada perdida, centrada en el vacío interior y los recuerdos que el más noble de los Primarcas impregnó en su semilla genética...

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