sábado, 28 de noviembre de 2009

Tránsito, mi relato




Me encontré con Leyla en aquella sala de espera del aeropuerto, en la cual yo esperaba la llegada de mi vuelo con destino a Sevilla, mientras ella miraba al vacío, ausente, con la sensación de tener su alma en otro lugar. Un avatar del destino quiso que yo también fuese distraído, con mis pensamientos tan lejanos de París como firmes pisaban mis pies el suelo de Orly, para hacernos tropezar y cruzar nuestros destinos en un cierto momento de nuestras vidas. En un correctísimo francés me disculpé y nuestras miradas se cruzaron por primera vez. Sus ojos vieron los míos. Mis ojos vieron los suyos. Y ahí la contemplé, su rojo pelo cortado a lo años 20 del siglo pasado, con unas facciones parecidas a aquella actriz que interpretaba a Santa Juana de Arco, y cuyo nombre no viene a mi cabeza. Tras ese instante, ella volvió a su limbo, pero yo me dí cuenta que estaba en Francia. Me atrevía preguntarle qué le inquietaba, algo raro en mí, pues soy muy tímido y reservado. Ella me miró, y me respondió con una pregunta:
-¿Qué?
-Le preguntaba que cual es el motivo de tanta preocupación.
-Ayer se desvaneció delante de mí Nike-me relataba, sin darse cuenta de que no sabía quién era Nike.
Yo no sabía de qué hablaba, pero entonces me dí cuenta qué fecha era: 32 de diciembre.
Y delante de mí, Leyla se convertía en una nube, un recuerdo que jamás olvidaré.

A Suzy, que me mostró la obra de Enki Bilal, y con quién compartía Animal'z en París.

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