sábado, 12 de septiembre de 2009

Botellones, asaltos y juventud

No hace muchos años le preguntaba al padre de un amigo de la infancia si nuestra juventud fue tan irrespetuosa como la actual, cuando veía y comprobaba que la adolescencia actual no sólo estaba falta de unos valores elementales, sino que avasallaba al resto a base de insultos, humillaciones y vejaciones. Aquél hombre me decía que no, que nosotros podríamos ser traviesos, gamberros o revoltosos, pero nunca faltaríamos al respeto a nuestros mayores, salvo contadas excepciones que todos sabíamos. Si bien no quiero hacer alarde de tiempos pasados ni nostalgias que evoquen una época dorada que yo no viví, no puedo dejar de pensar en que esa ausencia de principios hacia el prójimo está demasiado extendida. No sé quién será el culpable de ello, si la permisividad, si el sistema o si la culpa recae en quiénes educan y enseñan, pero nos debería hacer reflexionar, sobre todo tras ver el asalto a la comisaría de Pozuelo, ya que esta extremada permisividad e impunidad de los menores hacía previsible esto, en una especie de crónica de una muerte anunciada que parecía que nunca iba a llegar. Se perdieron los valores humanos, y hay que recuperarlos. Los mayores y la autoridad se merecen un respeto, y no ser tratados como escoria o basura. Es necesario volver a inculcar valores de respeto hacia uno mismo, hacia el resto y hacia el medio ambiente, la ciudad. No está pasado de moda ser respetuoso con nuestro entorno, valga la redundancia. Sólo con una buena educación basada en la tolerancia y el respeto lograremos una sociedad mejor, con una juventud más implicada y no tan pasota, desmotivada y malcriada.

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