sábado, 31 de enero de 2009

Santa Lorena de Baal

Los tecnomarines de Marte se preparaban para recitar las letanías que despertarían el Espíritu Máquina de aquel vindicator preparado para ser transportado a Baal, la cuna de los Ángeles Sangrientos. En la oscuridad del templo del Adeptus Mechanicus se recitaban unos cantos invocadores al Dios Máquina, mientras de fondo se escuchaban los engranajes de las pesadas maquinarias constructoras que daban un aterrador aspecto a aquel lugar. El Hermano Méndez, destinado a la Segunda Compañía de los Ángeles Sangrientos repetía aquellos rezos, con sus manos en el frontal de aquel vehículo que era ungido con los sagrados óleos. Sabía que debería dirigirlo hacia la batalla, y era su destino, su misión, aquella por la que Sanguinius entregó su vida. Los cánticos cesaron. Llegó el momento. Era el momento en el cual se arrancaría el motor de Santa Lorena de Baal, por primera vez. Las tradiciones del Adeptus Mechanicus decían que si el motor no sonaba a la primera sería un mal augurio. Pero no fue así. El Santa Lorena de Baal rugió con fuerza y salió de aquellos talleres, para acabar con los enemigos del Imperio, del Emperador, albergando en su interior a aquél destacado tecnomarine que pasó más de un siglo en Marte forjando su instrucción en los oscuros secretos del Dios Máquina.

2 comentarios:

  1. Efectivamente eres un señor freak de mucho respeto. Me encanta. Un saludo.

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  2. Muchas gracias, dezaragoza. Bienvenido. Esperamos verte más por aquí.
    Un abrazo

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