sábado, 6 de diciembre de 2008

¿Quién vigila a los vigilantes?

Hace unos días, una mujer moría asesinada a manos de su pareja, en libertad vigilada, tras lo cual se dirigió a acabar con la vida se su anterior compañera. Pese a que tenía una pulsera de esas para controlar sus movimientos, este señor se la quitó, sin dudarlo, para dirigirse a acabar con la vida de aquella mujer, y continuar su sed de sangre por otros sitios más. Un solo instante de distracción sirvió para que aquellos que controlaban el dispositivo no notasen nada raro, y no prestasen atención hasta que fue demasiado tarde. Ha sido necesaria una muerte para plantear el debate social sobre las libertades vigiladas. Ciertamente, están controlados por dispositivos de última tecnología, por medidas que la ciencia ficción de Julio Verne sería incapaz de imaginar, pero aquellos y aquellas que deben vigilarles pueden fallar, lo cual hace que esas medidas sean inútiles. Como si de la obra de Alan Moore se tratase, habría que preguntarse si es necesaria una vigilancia a los vigilantes, un Gran Hermano orwelliano que les controlase. Da miedo tanto control, tanta vigilancia que pueda llegar a ser inútil por un simple descuido o por una incompetencia de una persona. No voy a entrar en valoraciones de ese tipo. Sólo quiero preguntarme, preguntar en voz alta si es necesario una vigilancia a los vigilantes...

jueves, 4 de diciembre de 2008

Una excelente noticia

Hace tan sólo unos días que me llegó mi tarjeta de donante de sangre, tras una larga espera, pues en agosto cumplí un sueño que venía de antaño. Siempre he querido que mi sangre sirviese para salvar la vida de otras personas, y el día 5 de agosto esa ilusión se hacía realidad. Para mí, descubrir que mi grupo sanguíneo es el del donante universal supone una gran felicidad, puesto que significa prestar mi ayuda a cualquier persona. Desde muy pequeño he estado concienciado con las donaciones, entendiéndolas como algo necesario para salvar vidas. Cuando veo películas estadounidenses que hablan de cabrones con suerte por recibir el órgano de un donante, me pregunto cómo se puede tener tremenda falta de sensibilidad, eso por no hablar de ciertas confesiones religiosas o sectarias que prohiben que las transfusiones de sangre. Me pregunto cuando alguien defiende la inutilidad de los órganos o la sangre donados para qué sirven los primeros una vez se fallece, y por qué no podemos sacrificarnos un poco, perdiendo algo que en un rato se recupera con un bocadillo y algo de líquido. Desde mi punto de vista, hechos como éste nos hacen más solidarios, más solidarias, demostrándonos el altruismo que existe, puesto que hechos como éste no repercuten fiscalmente.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

A la caza del pijo

Han pasado unos días desde que unos cuantos chavales recibieron una paliza al salir de una fiesta. ¿Su único delito y provocación? Vestir de traje de chaqueta y corbata. Ahíto de esos canis o canorros que se sienten víctimas de una sociedad que no los comprende por vestir chándales, debo decir que estos incomprendidos pueden gastar más dinero en ropa y complementos que aquellos a los que agreden por su vestimenta... Sin embargo, la sociedad sigue viéndolos como marginales y desheredados, cuando no es así. No son pocas las veces que bajo ese supuesto victimismo y esa oda al trabajo duro de la construcción tratan de ganar adeptos y adeptas, alegando que esos pijos que tanto odian lo tienen más fácil. Yo no creo ni una de sus palabras. La vida no es fácil para casi nadie, y el hecho de vestir un traje de chaqueta y corbata no es motivo sine qua non para agredir a su portador, pues de todo el mundo es conocido que las apariencias engañan y vestir bien, ya que considero que un chándal o ropa deportivo nada tiene que ver con la elegancia, no es significado de pertenecer a una clase socioeconómica media alta. Lo triste y penoso es que esta violencia hacia lo diferente es preocupante. Si ayer hablábamos de Javier López, el redactor apologista de la xenofobia que se olvidó de varias lecciones de ética periodística, hoy no debemos olvidar que es extremadamente grave que un traje de chaqueta se pueda convertir en un detonante para que su portador reciba una paliza. ¿En qué mundo vivimos?

martes, 2 de diciembre de 2008

Metástasis africana

Ayer leía en el diario ABC una noticia que habla de la inmigración. Con unos tintes racistas y xenófobos, Javier López, el autor del artículo mencionado, se refirió a una parte de la inmigración como metástasis africana. Desafortunado comentario, condenable sin duda alguna, ya que las personas no son células cancerígenas, sin importar de dónde sea su origen. Esta opinión, ante la cual debe existir una tolerancia cero, sobra en una noticia, ya que el deber del periodista es informar y no tomar partido en el asunto sobre el que escriba. Si quiere comentarlo, que lo haga entre sus amistades, que estarán de acuerdo o no. Ayer traté de dar mi opinión sobre el tema en el diario ABC, pero fui censurado en tres ocasiones, todo por poner en tela de juicio la vergüenza del periodista arriba nombrado. Me hizo gracia que el diario se reservase el derecho a borrar los comentarios por su discriminación y ofensa. Y yo me pregunto si no es ofensivo y discriminatorio hablar de la inmigración como una grave enfermedad. Me pregunto si no es discriminatorio decir que nos roban los puestos de trabajo, cuando todo el mundo sabe que esos puestos ocupados por el inmigrante, por la inmigrante, son los rechazados por la población nativa. Me pregunto por qué es ofensivo y discriminatorio posicionarse públicamente en contra de la apología del odio, el racismo y la discriminación.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Feminazis incultas

Los extremismos, vengan del ámbito que vengan suelen ser perjudiciales para todo el mundo. Esta mañana conocía la existencia de la palabra feminazi, la cual me llamó la atención, puesto que definía de una manera muy exacta el comportamiento de unas mujeres que, muy lejos de defender el feminismo, hacían gala de un término discriminador: el hembrismo. Escudadas en una supuesta igualdad de derechos con respecto al hombre, no dudan en exigir derechos y puestos de responsabilidad, aún sabiendo que muchas de ellas no están calificadas. Este comportamiento me recuerda al machismo más falócrata de tiempos pretéritos, donde la mujer sólo era un instrumento de placer y una fábrica de niños, cuestionándose incluso la existencia de un alma femenina. Este desprecio por toda palabra que termina en o demuestra una incultura supina, que dista mucho de actitudes inteligentes y sabias. Recuerdo que en gramática nos enseñaban el género nuestro lo, y eso no es nada machista. No creo que sea necesario hablar de miembros y miembras, cuando miembro es una palabra sin género, o de jóvenes y jóvenas, cuando sabemos que joven tampoco tiene género. Sinceramente, no entiendo esta discriminación hacia lo masculino, y más viniendo de personas que hoy por hoy sufren en sus carnes esa desigualdad. A ver si de una vez por toda somos capaces de comprender que no hay que pisar a nadie para lograr el puesto, seamos hombres, mujeres, ocupemos puestos de responsabilidad, de mandato o se nos haya empleado para sólo trabajar.

domingo, 30 de noviembre de 2008

Domingo diferente

Alejado de las noticias y de cualquier contacto con las noticias, hoy he aprovechado para pasear por las calles de Sevilla. Hacía muchísimos meses que no disfrutaba de una tarde de domingo exenta de hastío y aburrimiento, como tantas veces he comentado con amigos y en un par de ocasiones por aquí. Un relajante paseo por la capital hispalense que me ha hecho cargar las pilas y contemplarla desde otro punto de vista. No sé. El color, la magia, el momento... Me he dejado llevar por un sitio que visito casi a diario, por placer u otros motivos. Romper con la rutina de estar tirado delante de la televisión me ha gustado muchísimo y lo he visto necesario. Se contemplan las cosas de otra forma cuando las prisas no son compañeras y la tranquilidad se ofrece como guía y acompañante. no podría dejar de contar que, como siempre, y para no perder la tradición, las pilas de la cámara de la cámara se acabaron, y olvidé las otras en el maletín... Anécdotas que me gusta recordar y disfrutar, sobre todo cuando estoy triste o meláncolico. Estos momentos, estas pequeñas cosas son las que me hacen disfrutar de la vida, y de sentirme vivo. Hoy no tenía ganas de analizar la actualidad. Todas las noticias me parecían iguales, y ninguna tenía la relevancia para comentarla aquí. Por eso hoy sólo hablo de una tarde de domingo...