viernes, 6 de junio de 2008

Valor y precio

Que los multimillonarios viven en otra esfera es un secreto a voces, y que desconocen lo qué es pagar hipotecas y estar toda la vida entrampados o entrampadas es una realidad evidente e, incluso me atrevería a decir, absoluta. Una sentencia excátedra de esas que odio por su falta de argumentos para rebatir. En medio de esta desaceleración económica, la expresión políticamente correcta para expresar la crisis, que nos está sacudiendo, el noticiario de a mediodía noticiario de una televisión privada nos muestra los caprichos de esos ricos y ricas, en los cuales, los automóviles son lo más barato para comprar. Unos caprichos lejanos del bolsillo del común de los mortales, como una botella de tequila valorada en un millón de euros. Entiendo que pueda ser algo curioso y anecdótico, pero no deja de ser un alarde y una demostración de poder por parte de aquellos y aquellas que se empeñan en estratificar las capas sociales, sin dejar que se mezclen, porque para esta alta sociedad(o suciedad como diría más de una letra de canción) sólo pretende arruinar al resto para que ellos puedan seguir presumiendo de ostentación. Ciertamente, el lujo está en lo exclusivo, pero también está en las pequeñas cosas imposibles de pagar porque su valor es incalculable. Aparte, esta élite sigue confundiendo el valor con el precio, cuando nunca han tenido relación.

jueves, 5 de junio de 2008

Comienzo de la jornada rockero

Me gusta empezar la mañana escuchando música, sobre todo si ese comienzo es acompañado del sonido de una buena guitarra para cargar las pilas y tener energía ara todo el día. Durante los repartos que suelo hacer, llevo mi reproductor de mp3 o mp4 cargado de todo tipo de música. Siempre prefiero que sea rock duro, casi heavy, puesto que necesito mucha energía para poder entregar los folletos, cartas o carteles, y el desayuno no aporta toda la energía requerida para el trabajo desempeñado. Normalmente tengo una serie de temas que no suelo borrar, que conviven con aquellos que entran y salen. No es difícil encontrar en los reproductores de mi propiedad a Fito y los Fitipaldis, detrás de Morgana o algún grupo de rock andaluz como Triana o Medina Azahara, imprescindibles dentro de mi selección musical, de la que puedo presumir con orgullo, pues pienso que tengo un buen criterio melómano. Ciertamente, para otros momentos prefiero otro estilo, pero para un buen comienzo suelo preferir abrir el día con el Made in Japan de Deep Purple.

miércoles, 4 de junio de 2008

La muerte de la ciudadanía

Tradicionalmente, en las instituciones públicas, el término para definir a quienes usaban un servicio prestado era el de ciudadano o ciudadana, en otros casos se podría hablar de usuarios y usuarias de cualquier servicio, ya sea público, privado o concertado. Eso ha sido así hasta hace muy poco, que hemos pasado a ser clientes de los autobuses urbanos, el metro o el tren, así como de la Sanidad y otros servicios que nada tienen que ver con el mercantilismo y la especulación comercial, como decíamos ayer. Este hecho de transformar a la ciudadanía en clientela no hace más que aumentar el salvaje capitalismo que nos aborda(para mí, consumismo brutal, pero es es harina de otro costal) y devaluarnos si no tenemos recursos para poder hacer frente a los gastos que esos mercaderes nos exigen, por mínimos que sean. El fin social se pierde cuando la ciudadanía muere para ser resucitada como clientelismo, que no clientela, y al perderse el espíritu social nos volvemos más egoístas, menos humanos y más aislados, importándonos más bien poco o nada lo qué le sucede a nuestro alrededor, pues la ocupación y/o distracción es tan extrema que somos incapaces de sentir las frustraciones o dioses personales del resto.

martes, 3 de junio de 2008

Especulación alimentaria

Hoy me he despertado con la cruel noticia de la existencia de especuladores alimentarios, que hacen negocio aprovechándose del hambre de los más desfavorecidos y los mas pobres. Si bien la especulación inmobiliaria puede evitarse de muchas maneras, la alimentaria es algo más difícil, puesto que todo el mundo necesita comer y alimentarse al menos una vez al día para poder seguir viviendo. En una lucha contra el hambre y la mortandad infantil por esta causa, que existan personas que se dedican a inflar los precios por el más puro interés mercantilista debería ser delito, y sería causa de debates políticos sin hipocresías. Se habla de lucha contra el hambre, de fin de la pobreza, pero será imposible que ambas cosas terminen si existe gente sin escrúpulos, capaz de permitir la muerte cada cinco segundos de un niño a causa de a malnutrición. Es curioso que se hable de estos temas, que se mire a África y nos anuncien su tragedia a la hora de comer, y que se destinen auténticas millonadas a cosas banales y superfluas, y no se destine apenas un 0.7 % del Producto Interior Bruto para esas cosas. Entendámoslo y gritémoslo con todas nuestras fuerzas a la clase política cuando nos hacen promesas electorales: SE PUEDE ACABAR CON EL HAMBRE, PERO NO INTERESA. Y todo por el vil metal... Maldito dinero. Malditos especuladores faltos de humanidad.

Obituario:Yves Saint Lorent


El último recuerdo que tengo de Yves Saint Lorent fue en su retirada de las pasarelas, hace ya seis años, porque había vendido su nombre y ya no le pertenecía. Con una declamación clara y comprensible, el modisto anunciaba su intención de abandonar su pasión, la moda. Aquella forma de hablar me encantó, y me enseñó cómo debía vocalizar y declamar en francés, una lengua que hoy por hoy adoro, y trato de dominar con mis estudios. Hoy se nos ha marchado para siempre. El genio ha fallecido a los 71 años, víctima de un cáncer cerebral, contra el que luchaba desde hace tiempo. En su memoria nos quedará su estilo, su logotipo de tres letras enlazadas y el poder que dio a la mujer, tras el regalo de la libertad con la que Chanel las obsequió. Descanse en paz.

domingo, 1 de junio de 2008

Llamadas inoportunas

Hoy he descubierto Memorias de África, del fallecido Sidney Pollack, todo un regalo a los sentidos, pues los paradisiacos paisajes del continente africano y la archiconocida banda sonora de John Barry. Me era imposible imaginar que fuese tan maravillosa la cinta, y que fuese capaz de transportar a la África colonial, de principios del siglo pasado, pese a que lo había escuchado y leído en infinidad de ocasiones, por parte de la crítica de cine y todas las amistades que la han visto. Mientras me recreaba con esta obra maestra, sonó el teléfono, para devolverme a la cruda realidad de un tedioso y rutinario domingo. A veces el teléfono móvil nos sirve para estar siempre disponibles, pero en otras ocasiones es el más inoportuno acompañante, pues sabe como nadie interrumpir los más bellos momentos vividos o por disfrutar. Poco importa quién está al otro lado, cuando no debe sonar, pues incomoda de manera alarmante. Recuerdo que cuando no existían estos aparatejos estábamos más localizables, y si te llamaban a casa y no estabas, nadie se molestaba. Hoy no se responde al teléfono y es poco menos que una ofensa. Por mi parte, casi siempre suelo responder cuando me telefonean, y si no lo hago, devuelvo la llamada cuando me es posible, pues pienso que todo el mundo se merece ser respondido cuando se molesta en marcar tu número.