viernes, 18 de abril de 2008

Espero no tener que escribir sobre tí

No he querido titular el post de hoy como la novela del gran Gabriel García Márquez, Crónica de una muerte anunciada, pero se podría convertir, si el ex marido de Raquel, una vecina sevillana que sufre malos y que lo ha denunciado hasta la saciedad y que tiene órdenes de alejamiento, cumple sus amenazas mortales. Por primera vez en mi vida escribo sobre una víctima viva, con la esperanza de que no se convierta en un número más, en una de esas víctimas que casi a diario son noticia, y que desgraciadamente se convierten en algo tan habitual que sólo ocupa un módulo en la prensa, salvo que sea más de una víctima la persona fallecida. Escalofriantes las palabras de esta sevillana, que denuncia públicamente la pasividad de la Justicia, y que todos y todas conocemos. Pone los vellos de punta saber que son más de 100 denuncias las puestas, y que las medidas pueden ser efectivas cuando sea tarde... Esperemos y deseemos, Raquel, que no te conviertas en otra víctima más de esta lacra que es la violencia de género. Yo creo tus palabras, y sé que no te has autolesionado. No entiendo cómo se puede ser tan insensible. Nunca entenderé, ni querré hacerlo, a esos que piensan que las mujeres y los pulpos se ponen tiernos cuando reciben una paliza.

¿Te puedo pedir un favor?

Así se dirigía el otro día un amigo mío para pedirme la opinión sobre el escote de Angela Merkel. Fue una pregunta que me dejó perplejo, lo cual respondí. Al margen de mi punto de vista sobre el tema, el cual veo trivial y carente de importancia, le dije que no era un favor darle mi opinión, pues era un deber, y que teníamos suerte de vivir en democracia y libertad. Esto me lleva a pensar lo duro que debe ser carecer de los más básicos privilegios, como la libertad de expresión o de cualquier otro tipo. Pienso lo afortunados y afortunadas que debemos sentirnos por poder hacer todo aquello que queramos, sin tener que soportar que nadie nos coaccione para robarnos esa libertad. Es una gran suerte vivir donde vivimos, aunque siempre nos estemos quejando del Gobierno...

miércoles, 16 de abril de 2008

Una disculpa nunca viene mal, pero...

Hoy se ha disculpado Benedicto XVI por los casos de sacerdotes pederastas en Estados Unidos, lo cual me parece un gran gesto por su parte, aunque no debería ser él quién pidiese disculpas por sus subordinados, sino todos y cada uno de esos monstruos que representan a la Iglesia Católica en Norteamérica. Esa disculpa es un paso enorme con respecto a este tema tan delicado y cruel, a la vez que vergonzoso, pero no es la mejor solución para erradicar el problema, pues estos ministros de la Iglesia no han sido apartados de sus funciones, algo aberrante, a mi modo de ver, pues seguirán actuando a sus anchas, siendo denunciados o no. Una buena decisión hubiese sido expulsarlos y excomulgarlos de por vida, porque no se puede robar la infancia a un inocente niño que empieza a descubrir la vida. Me parece de una hipocresía manifiesta y una doble moral que se prohiba el sacerdocio a los homosexuales y se consientan los abusos sexuales a niños y no tan niños por parte de quiénes ejercen, que se encuentran muy lejos de realizar el bien y predicar la palabra de Dios. No pretendo criticar a la Iglesia, pues soy creyente, ni a su cabeza visible, el Santo Padre. Tan sólo quiero reflexionar sobre un hecho puntual, que es el abuso de menores por parte de ciertas personas que son sacerdotes, aunque no sepan o no quieran entender la Palabra de Dios.

martes, 15 de abril de 2008

Paralelismos históricos

Ahíto de escuchar que el arte digital no tiene ningún mérito, porque el programa resuelve los trabajos, he de decir que no estoy en nada de acuerdo con estos incultos e incultas que piensan que un ordenador hace las ilustraciones. Ponerse delante de un ordenador para realizar una ilustración no es nada fácil, pues es una labor tan artesanal como dibujar con los instrumentos tradicionales. No sé cuántas veces he comentado esto, ni cuántas veces he tratado de explicar cómo se trabaja delante de una pantalla. Estos comentarios me hacen recordar los primeros tiempos de la fotografía, desprestigiada porque los pintores reproducían con un pincel los paisajes o retratos de modelos o clientes. Hoy por hoy me da pena que se infravalore tanto un trabajo tan artesanal, aunque nadie sepa verlo.

El poder de una sonrisa

A veces una semana se puede plantear dura, falta de energía o tan larga que el lunes parezca el primer día de un año nuevo, haciendo que la semana parezca perpetuarse durante eones y generaciones, aunque sólo sean unos días lo que nos separan del domingo y el final de esa semana. Esos días que se vuelven grises y torcidos, y hacen que tú te tuerzas al volver la esquinas, se pueden arreglar con una simple sonrisa, que tiene el poder de devolver la esperanza e ilusión, y de alegrar el duro día que llevamos. Es de agradecer que alguien te regale una de sus sonrisas, sinceras, francas, exentas de hipocresía y sentimientos insanos. Una sonrisa ofrecida a un desconocido o una desconocida, ofrecida sin el más mínimo reparo. Esos son los pequeños momentos que hacen que merezca la pena disfrutar de ellos, sin necesidad de grandes lujos o pretensiones. Esos momentos te hacen ver la vida bella, bonita y llena de lo mejor del mundo.

domingo, 13 de abril de 2008

Arte digital

Estoy descubriendo el arte digital, y es una auténtica maravilla, ya que brinda la oportunidad de desarrollar todo aquello que en la imaginación pueda existir. Cada vez estoy en más des acuerdo con la gente que dice que esto no es arte, ya que no se dibuja a mano. Nada más lejos de la realidad, puesto que el ratón sustituye a los lápices o pinceles tradicionales. En estos días estoy descubriendo auténticas maravillas y efectos, que me animan y me desafían a más. Espero poder mostrar los mejores trabajos que realice, pues me encanta la nueva labor desarrollada. De momento, puedo decir que lo qué estoy haciendo se verá en dos exposiciones que se celebrarán en los próximos días, y que se inaugurarán el jueves. Ya os diré qué tal es la experiencia de estar en dos sitios para un mismo fin.