sábado, 23 de febrero de 2008

Crueldad incomprensible

Hay días que no sé cómo abordar según qué temas, pues son extremadamente delicados, y escribir sobre ellos requiere un esfuerzo que va más allá de juntar las palabras. Hoy es uno de esos días, ya que mi sangre se ha helado, al ver a una mujer agredir físicamente a su nieta, al grito de No te quiero, una niña de apenas un año de edad. Si cruel me parece la violencia de género, esto me repugna de forma tajante, haciendo que rechace de frente este tipo de agresiones, cobardes, rastreras y ruines, por no mencionar el trauma que esa cría pueda tener en el futuro, pues la agresora era su propia abuela, la cual repitió los esquemas con todos y cada uno de sus hijos anteriormente. No lo entiendo. Tanta crueldad con un ser que empieza a vivir... ¿Qué tipo de ser puede llegar a esos extremos? ¿Tanta maldad puede acumular una sola persona? Son las preguntas que me formulo, y las que grito a los cuatro vientos cuando observo este caso, y los de los padres y madres que son capaces de asesinar a sus hijos e hijas. Esto es una crueldad tan irracional e incomprensible que todo lo que escriba serán dudas y planteamientos que no llegarán a ningún sitio, salvo a hacerme recapacitar en la esencia, maldad y mala fe de algunos seres humanos, que dicen ser racionales.

viernes, 22 de febrero de 2008

Ortografía

Si hace unos días hablaba de involuciones, hoy quiero hacerlo sobre la ortografía, esa gran olvidada en la sociedad actual. No es nada difícil encontrarnos en los textos que leemos errores gramaticales y sintácticos, pues no todo aquel que escribe conoce las reglas de la gramática y la sintaxis, y cuesta mucho aprenderlas. Lo qué no tiene perdón es que se llegue a una universidad, da igual si la carrera es de ciencias o de letras, y que la libreta de apuntes esté plagada de faltas de ortografía, ya que durante nuestro aprendizaje lingüístico, teníamos un ejercicio denominado dictado, que todos recordamos con más o menos ilusión, ya que al cometer una falta, se subrayaba y había que copiarla mínimo 20 veces, para así memorizarla. Aquella era una manera excelente de aprender. Hoy por hoy, con un índice de lectura más bien bajo y una cultura de SMS, la ortografía ha quedado relegada al recuerdo de la infancia, cometiendo miles de fallos, pues también se ha perdido la costumbre de consultar el diccionario cuando se duda de una palabra. Se empeñan en preguntarnos qué palabra nos parece más bonita, nos hablan de fracaso escolar, pero nadie se preocupa ni ocupa de hacer que esta sociedad actual sea más culta, inteligente y tolerante. ¿Por qué? No interesa que la Gran Masa se plantee las cosas. Tan sólo que esté entretenida mientras los poderes actúan en nombre de la democracia, mancillando el significado de dicha palabra.

miércoles, 20 de febrero de 2008

Imponiendo ideas

En los últimos días he visto varios sabotajes a actos políticos, a diferentes representantes de diferentes ideologías, en diferentes Universidades del territorio español, lo cual me parece una gran falta de respeto y una actuación intolerable en un régimen democrático como el que tenemos la suerte de vivir hoy por hoy. Como si de un tiempo pretérito se tratase, los representantes de las diferentes ideologías no pudieron expresar sus palabras, pensamientos u opiniones, ya que fueron agredidos verbal y físicamente. Una minoría exaltada y enfurecida les privó de ese derecho, imponiendo sus criterios, ausentes de tolerancia y respeto. A mí poco me importa la ideología de aquellos y aquellas que presentan su candidatura a los diferentes cargos de representación, pues cada cual tiene sus motivaciones, ideas o convicciones, respetables siempre y cuando no atenten contra la libertad individual, hagan apología de totalitarismo o defiendan posturas que discriminen al ser humano por cualquier razón. Por eso me apena que se esté perdiendo la frescura de los mítines de campaña, al entregarse dvd's con las palabras de los diferentes candidatos y candidatas. Creo que la libertad de expresión atraviesa una grave crisis, herida de muerte, en una sociedad que enarbola su bandera, ignorando su verdadero significado.

La muerte de Polaroid

La canción decía que la el vídeo mató a la estrella de la radio, y es lo qué le ha sucedido a Polaroid. Hoy han anunciado que van a cerrar sus dos últimas fábricas en Estados Unidos, dejando de fabricar las películas para las fotografías instantáneas. A pesar de los años transcurridos sin apenas revelar fotografías en papel (en los últimos años habré impreso unas 10 fotos, contadas, cuando tengo cientos de instantáneas en el ordenador), no puedo evitar tristezas al enterarme de esta noticia. Aún tengo mi primera máquina, la cual acabo de desempolvar, para volver a usar en unos días. La conseguí como regalo tras asistir a un programa de televisión, allá por el año 1993, y disfruté mucho con aquellos revelados instantáneos, pues no tenía que esperar que un laboratorio viese mis trabajos antes que yo mismo... Dicen que van a seguir vendiendo hasta que se acaben las existencias, y no son pocos los fotógrafos, aficionados o profesionales, que van a hacer acopio de las mismas. De hecho es lo qué estoy yo pensando. Es una pena que lo digital acabe con el encanto del pasado, y el disfrute de unas imágenes que se van formando en un trozo de cartón negro que va dejando lugar a las formas...

martes, 19 de febrero de 2008

Me lo temía

Durante muchísimos años he temido que los malos tratos se tratasen como una noticia más, dentro de esos noticiarios sensacionalistas, manipulados para hacer sensacionalismo con la información. La noticia vende si viene acompañada de un montaje espectacular, que roza los principios del videoclip, y tan manipulada que es imposible enterarse de nada. Han sido varias las mujeres muertas desde que empezó el año, a manos de sus parejas o ex parejas, y este hecho ha pasado a ser algo tan habitual que ni siquiera la prensa le da la importancia que merece, pues no ha habido una semana de este recién comenzado 2008 que no se haya hablado de un asesinato como mínimo. Y es que, 2008 se ha cobrado la friolera de 12 mujeres muertas por culpa del terrorismo doméstico, lo que ha hecho que los medios lo tomen como algo habitual. Me dan ganas de vomitar. No entiendo cómo se puede tratar como algo habitual a la violencia de género, al igual que no entiendo esta agresividad por parte de aquellos que osan levantar la mano. Deberíamos hacer algo, y no olvidar a todas y cada una de las mujeres muertas a manos de aquellos que un día compartieron su vida con ellas, y que no aceptaron que ellas jamás les pertenecieron.

domingo, 17 de febrero de 2008

Juguetes bélicos

Ver jugar a un niño de corta edad es algo que activa los recuerdos y abre la ternura de aquellos y aquellas que observan y no han perdido la inocencia de la infancia... Sin embargo, cuando ese niño o esa niña no tiene entre sus manos juguetes constructivos como una pelota, una muñeca o una caja de lego o tente, y agarra un juguete bélico, observar sus juegos no resulta tan encantador. Más bien puede transmitirnos miedo, más si empuña la réplica del arma sin perder de vista el objetivo, al cual apunta con la intención de eliminarlo. Antes de Navidad me encontré con ese plan en la calle, y me hizo reflexionar, pues el juguete bélico no hace más que potenciar la agresividad innata en el ser humano, evitando así que el niño o la niña pueda desarrollar su creatividad. Es cierto que yo juego a wargames, pero yo distingo perfectamente qué es realidad y qué no... Soy contrario a las guerras, y pienso que se deberían trasladar a un tablero en el cual las bajas sean esas miniaturas que adoro pintar. Con los niños y niñas no pasa eso, ya que su concepto de realidad y fantasía tarda muchísimo en separarse, no teniendo nada que ver con la madurez el que se tarde en hacer. Espero que tomemos consciencia y evitemos el juguete bélico como regalo de reyes o cualquier otra celebración o momento, especial o no.

Relato de la semana: Legiones demoníacas

Otra época, otro mundo...
Dos bandos en una contienda donde se respira la tensión... Los caballos relinchan en medio de un pesado e incómodo silencio, pues miles de soldados esperan la orden de ataque. Todos temen, todos son valientes que luchan por algo en lo qué creen. Todos defienden sus ideales, y han sido entrenados durante años para este momento. El viento levanta la arena ante un sol de justicia, que es notado bajo las metálica armaduras que en su interior son habitadas por seres humanos que sienten, lloran, ríen y creen en algo que han aprendido a valorar y mantener.
En primera línea del ejército, un hombre muy concentrado. Observando el otro bando... Monta en un caballo vestido con barda que representa sus colores heráldicos. Su yelmo está levantado y es coronado por un dragón. Su rostro no refleja odio, sino concentración. Es muy consciente de a qué se enfrenta. Vio morir a su padre a manos del enemigo que hoy tiene frente a sí: demonios y criaturas regresadas de sus tumbas. Sabe que entre ellas se encuentra su padre, lo que le hace dudar de sí mismo, pero también sabe que puede ser el cuerpo de su padre, pero no su espíritu: está poseído. Pide a los Dioses de la Guerra fe y fortaleza, mientras sus pensamientos son interrumpidos por su hermano, un poderoso mago al que todos admiran por su bondad.
-Vamos a atacar-aconseja-. Siempre te pasa lo mismo al entrar en batalla.
-Esta vez es diferente-responde el caballero-. Me siento responsable de todos y cada uno de estos hombres. Recuerda qué pasó cuando nuestro padre llegó al castillo, en un carro, sin vida, tirado por bueyes. Pienso en las familias de estos hombres en sus padres, en sus hijos, en sus esposas...
-Mi magia nos protegerá. Confía en mí.
-Tu magia... Ellos son magia. Mira allí. Podrás distinguir nuestro emblema, por muy desgarrado y sucio que esté. ¿No ves que nos enfrentamos a nuestro padre?.
-No es nuestro padre-responde el mago-. Es su cuerpo, pero debes recordar que su espíritu no habita ya en él. Descansa con nuestros antepasados al lado de los dioses. Tus hombres esperan. Guy de Brionne.
-Está bien. Que los dioses nos sean favorables. Encanta las flechas porque empezamos el ataque. Que los portaestandartes levanten la bandera de arqueros. Que los músicos ordenen el ataque.
El silencio es roto por el sonido de un cuerno y un grito que ordena el ataque de las tropas de a pie.
Franklin de Brionne, mago, pronuncia un hechizo, y las flechas son transformadas en dragones de color dorado que escupen hielo y fuego al mismo tiempo... Esqueletos, zombies y vampiros van siendo aniquilados en algo que parece ilógico... su permanencia ante la luz del sol. Las infernales huestes avanzan a la vez que los hombres de Guy de Brionne se mantienen sin variar la formación. Esperaban a sus enemigos... Sin moverse... Querían atemorizarlos, aunque era casi imposible... Sabían cuál era su deber. Su obligación. Era necesario parar aquella fétida y aterradora horda... La infantería, armada con espadas, alabardas y hachas, estaba dispuesta a sacrificarse. Los gritos de ánimo se mezclaban con los gritos de guerra, haciendo imperceptible la música que de los cuernos salía... Cientos de fornidos jóvenes salían al encuentro de aterradores regimientos de esqueletos armados con oxidadas espadas y jirones de armaduras, vestigios de lo que un día fueron valerosos caballeros. La piedad y el miedo eran sentimientos desterrados o reemplazados por el odio y la furia. A pesar de su juventud, aquellos soldados contaban con la experiencia de los durísimos entrenamientos diarios. Ya no les importaba morir. Ya no importaba nada... Lo único que importaba era frenar el ataque demoníaco.
Montados en hipogrifos que atacaban desde el aire, varios caballeros ayudaban a los soldados a lo que, por momentos, se convertía en una carnicería. Pero no había tiempo para lamentaciones. Era necesario luchar. Estaban allí para ello, cuando empezó a suceder lo inevitable. Por muy poderosa que sea la magia humana, el averno es magia en sí, y nada pueden hacer unos simples chicos que están en el frente, en la tierra de nadie. Las bajas iban aumentando vertiginosamente... La sangre corría como si fuese un río rojo... Las espadas chocaban unas atacantes, unas defensivas... Los hombres gritaban a cada golpe, llenos de coraje y furia muchos de ellos tenían el dilema que Guy de Brionne tanto temía... Se enfrentaban a los cuerpos de sus hermanos, padres o hijos. Muchos se dejaban asesinar por títeres sin vida, manejados por un brujo que servía a la Oscuridad. La infantería de Brionne estaba siendo masacrada y mermada, por lo que el Señor de aquel territorio, furioso, encabezó a los mejores nobles de su reino, todos ellos montados en increíbles corceles, donde dejaban ver sus colores familiares y personales. Antes de lanzarse a lo qué parecía una muerte segura, ordenó que las máquinas de guerra lanzasen unas salvas, para ir ganando terreno. Sabía que morirían parte de sus hombres pero decidió que les lloraría cuando la batalla llegase a su fin...
-Hermano-ordenó-. Que una de esas salvas ataque al Gran General Demoníaco.Así le destruiremos.
-He de acercarme-respondía el mago-. No puedo hacer nada si no le tengo frente a mí.
-Camúflate entre la caballería... Es muy arriesgado, pero será efectivo.
Franklin de Brionne conjuró un hechizo de invisibilidad e incorporeidad. Era imposible que los demonios les localizasen. Un regimiento de treinta caballeros armados con lanzas y escudos serían la guardia personal de aquéllos hombres.
Mientras avanzaban entre tanta muerte y dolor, Guy de Brionne pensaba en un mundo en paz, lleno de respeto, donde el bien y el mal conviviesen en armonía. Sumido en sus pensamientos, empezó a distinguir una terrorífica visión: Un ser de gigantescas dimensiones, con una gastada y oxidada armadura montaba el cadáver de un famoso dragón al que su hermano dio muerte años atras. Era la impresión que aquello inspiraba, que las náuseas le delataron. Un rugido precedido de un aliento de fuego carbonizaría a cinco de los acompañantes de los Brionne.El mago no tenía elección. Debía acabar con aquello enseguida. Cogió su espada con ambas manos y saltó hacia aquella criatura. De un solo golpe, la decapitó, mientras soltaba una mano para, así, poder lanzar un conjuro que desintegrase la cadavérica cabeza de dragón. El monstruo cayó de pie, mientras su montura se hacía polvo. Una sonrisa salió de sus cadavéricos y putrefactos labios. Sabía que tenía a su merced a Franklin de Brionne, y podría acabar con él cuando le placiese... Éste lo sabía, y cayo, volviendo a agarrar la espada con ambas manos, dispuesto a asestar el golpe definitivo, jugándoselo todo, incluso la vida. Era un riesgo que estaba dispuesto a correr, si eso significaba acabar con la amenaza... Y sucedió lo qué temía... Unas garras salieron de la espalda del demonio y le partieron por la mitad, justo en el momento que llegaba su hermano para unir sus fuerzas. Un ensordecedor grito recorrió todo el campo de batalla, deteniendo ambos bandos durante unos segundos. Una gran furia se apoderó de Guy de Brionne.Con su gran mandoble, sujeto a una sola mano, y en la otra el escudo que mostraba sus emblemas, corrió en busca del demonio, mientras éste gritaba:
-Conozco el poder de Astaroth.El próximo eres tú, Guy de Brionne, hijo de Martin de Brionne, nieto de George de Brionne... Haré con todos lo de tu estirpe lo mismo. ¡Correrás la misma suerte!. Y tus hijos, y los hijos de tus hijos... ¡Por siempre, hasta que muera el último de tu saga!.
Guy llegó a aquel poderoso ser, cuyo nombre no quieren pronunciar los cronistas asestó un fatal golpe que le arrancaría los dos brazos. No pararía y volvería a levantar el gran peso que su espada poseía, forjada en un acero desconocido y resistente, continuando con su ataque. La rabia le hacía alguien sobrehumano, mientras el demonio reía de forma descontrolada.
-¿De qué te ríes, maldito?
-No puedes matarme. ¿Olvidas que soy un demonio?
-Entonces prueba esto-dijo, mientras sacaba un bote que rociaría sobre su enemigo, quien gritaría tanto o más que Franklin de Brionne al ser despedazado.
Algo tan simple y tan poderoso como el agua bendita estaba destrozando al mal mismo. La creencia en los dioses del bien y en el cristianismo, les hacía vencer. El habitante de los Infiernos se iba desintegrando, y junto a él las legiones de zombies y esqueletos.
En ese momento, Guy de Brionne soltó el mandoble, se quitó el yelmo y miró al suelo. Un trozo de su hermano yacía, tumbado boca abajo. Lo agarró y se hincó de rodillas. Un mar de lágrimas inundó sus ojos. Un grito volvió a surgir de lo más profundo de su alma... Era el tiempo de ser consciente de sus actos. De llorar a los muertos, de recapacitar y volverse a preguntar el sentido de las guerras entre hombres... De que su conciencia le pasase factura y le hiciese reflexionar sobre la decisión de entrar en batalla y las funestas consecuencias. Era el momento de sentir el dolor de todos y cada uno de los hombres que allí habían muerto, de sus familias... Y se preguntaba:
-¿Algún día parará esto?.¿Algún día viviremos en paz, armonía y equilibrio?.
Y así pasaron las horas, los días, en recuerdo de seres inocentes que se vieron obligados a combatir...