jueves, 2 de octubre de 2008

Dispersénse, por favor

Que existen abusos por parte de la Policía y Fuerzas de Seguridad del Estado es una verdad harto evidente y demostrable. De una manera, injustificada o no, emplean su criterio personal para imponer las leyes. El 19 de julio, se saltaron a la torera uno de los derechos constitucionales que tiene la ciudadanía española o residente, que es el derecho a reunión. Como si de una época pretérita se tratase, cuatro vecinos y vecinas de Sevilla fueron obligados a dispersarse por una ley antibotellón, de tintes extremadamente fascistas, intolerantes y anticonstitucionales, donde la libertad es una mera utopía. Con la excusa de la seguridad ciudadana, la Corporación Local del Ayuntamiento de Sevilla, gobernado por gente que dice ser de izquierdas, actúa con métodos propios de los tiempos de la extinta dictadura franquista, algo que desde estas líneas quiero denunciar públicamente. Ayer hablábamos del desprecio a una de las más importantes colecciones de arte del mundo, y hoy de cómo la Constitución Española es pisoteada con leyes intolerantes y absurdas, que no la tienen en cuenta para ser promulgadas. Cada vez me temo más que la democracia está siendo secuestrada vilmente por gentes que quieren convertirla en la dictadura de las mayorías, con Operación Triunfo como profeta.

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