martes, 18 de marzo de 2008

Insolidaridad con el resto

Hoy hemos vuelto a tener problemas con el autobús, a causa de los cortes de tráfico en la Semana Santa, pues no podía entrar en la parada, o mejor dicho, la marquesina a la que nos hemos visto relegados gracias a la gestión política del Excelentísimo Ayuntamiento de Sevilla, que ha dejado la parada para el transporte urbano, olvidándose de los pueblos. Hoy ha sido un día para olvidar, de esos que se desea que no existan, pues entre el tiempo empleado en llegar a la parada, excesivo por la muralla humana que saturaba todos los accesos a cualquier sitio, contempladora de la hermosura de los pasos de Semana Santa, la imposibilidad de moverme a mis anchas, para poder regresar, y la posterior sorpresa al comprobar que no existían indicaciones de una parada alternativa donde poder acceder al autobús, han hecho que los que estábamos allí esperando decidiésemos reclamar conjuntamente, salvo una persona, que decía que a ella no le importaba el servicio prestado, ya que no era usuaria habitual, y que no se iba a complicar para una vez que cogía el autobús. No se trata de cuántas veces se utiliza el transporte. Ese no es el problema. Tan sólo se le pedía colaboración en una reclamación conjunta. Apoyarnos en algo común, y no quiso. Todo porque no es algo que esté en su rutina... Esta actitud, insolidaria y egoísta, me lleva a la reflexión, pues no querer ayudar en pos de un bien común, aunque el asunto no ataña deshumaniza y nos aleja del concepto de bondad, a la vez que nos acerca al egocentrismo. Deberíamos reflexionar en todo momento sobre nuestras decisiones, no solo en el instante de tomarlas y llevarlas a cabo.

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