domingo, 3 de febrero de 2008

Relato de la semana: La llamada

Hace varios años me atreví con la literatura erótica, pero la abandoné por su excesiva dificultad, pues no es nada fácil escribir este tipo de relatos sin caer en la vulgaridad y la ordinariez... Os muestro el único relato que me convenció:

Hacía ya dos meses que no le veía, pues él trabajaba muy lejos del lugar donde residían, y eran muy pocas las veces que se veían, siempre distanciadas en el tiempo. Alicia era una chica morena, de largo cabello rizado, alta, de ojos verdes, con una figura que no pasaba desapercibida para ningún hombre, pues sus curvas producían un vértigo a aquellos que la contemplaban y sus pechos, redondos sin llegar a un tamaño exagerado, eran el centro de las miradas de hombres y envidia de mujeres, sobre todo cuando vestía aquellos pronunciados escotes, al igual que su culo, extraordinariamente llamativo, sobre todo cuando usaba tanga, costumbre muy habitual en ella, puesto que decía que se sentía más cómoda, más mujer con esa prenda interior, salvo cuando dormía, que lo hacía totalmente desnuda, ya que adoraba sentir el tacto de la sábana en su piel, su dulce y suave piel... Era muy normal que se levantase mojada, puesto que a ella la despertaba tener sexo a primera hora, antes de abandonar la cama, su infinita cama, la cual notaba vacía sin Roberto, su novio, un guapo y fornido rubio de ojos marrones, más alto que ella, con un cuerpo cultivado a base de horas de gimnasio y un discreto tatuaje en la espalda, con la forma de un dragón. Pero aquella mañana fue extraña para ella, ya que se había levantado más mojada de lo normal, y no sabía por qué era... Quizá la añoranza de su pareja, quizá aquellos chicos en el campus universitario y sus tórridos abrazos... Eran situaciones que la hacían encenderse aún más, y dejar actuar a sus dedos, para aplacar sus instintos. Sabía perfectamente dónde tocarse para darse placer, y disfrutar de ello... A pesar de todo, se dirigió a la ducha, para despejarse y prepararse para ir a la Facultad. Era época de exámenes y debía aprobar... Desnuda como estaba, abrió la puerta del dormitorio y caminó hacia el cuarto de baño, contoneando sus caderas, sus deseadas caderas... Abrió el grifo, y ella introdujo uno de sus bellos pies, con un perfecto cuidado y las uñas pintadas de un rojo excitante, comprobando que era perfecta la temperatura, y cerrando los ojos para sentir cómo era acariciada por el agua, que resbalaba por sus pechos, dibujando sus perfectas y circulares formas, situación que producía un cosquilleo en su entrepierna, depilada con la forma de un triángulo, preludio de la excitación que la despertó de forma brusca, y que lograba aplacar con sus dedos, que exploraban su cálido y húmedo volcán, mientras que imaginaba que eran unas manos masculinas las que disfrutaban de aquel masaje, las manos de él, Roberto, su pareja, tan ausente y tan deseado en aquellos momentos de soledad.Fue en ese preciso momento cuando el teléfono sonó. Se trataba de Ernesto, un compañero de la Universidad, con el que tuvo un tórrido romance tras una de las primeras rupturas con el que actualmente era su pareja. Ambos se deseaban, y no habían olvidado aquel encuentro apasionado, aunque él era su mejor amigo, y la conocía como nadie, pues la notó muy alterada, con la voz entrecortada, que no podía ocultar su estado...-¿No echas de menos un hombre?-preguntaba él.-Sí, estoy desnuda, y necesito un hombre a mi lado, pero en este momento estoy sola...-respondía con una pícara y seductora sonrisa-. Puedo darte un adelanto, pero ven enseguida...Ernesto respondía a la llamada de la hembra en celo al otro lado del teléfono, deseoso del encuentro con la bella y apasionada mujer que recogía a diario para dirigirse a la Universidad. Alicia gemía en el cuarto de baño, apretándose los senos con una mano, tocándose sus duros pezones, con los ojos cerrados, a la vez que se mordía los labios, y trataba de deslizar sus caricias por su plano y aterciopelado vientre, para llegar al monte de Venus, tan húmedo como un río de lujuria. Ella olvidaba sus modales y de su garganta sólo salían gemidos y palabras obscenas, a la vez que tiraba el teléfono para así alcanzar con ambas manos la infinidad de su lascivo cuerpo, que deseaba ser dividido en dos por algo que en breve tendría y que en esos momentos le faltaba. Su respiración iba acelerándose cada vez más, y sus gritos aumentando, tanto como sus gemidos. Eran momentos como ése los que le hacían sentirse mujer y recordar la masturbación, lo cual olvidaba con su pareja. Estaba fuera de sí, respondiendo sólo a sus instintos, convertida en una fiera llena de pasión, de sexo, que arqueaba su cuerpo y separaba las piernas, mientras sus dedos jugaban en su entrepierna, cálida y húmeda entrepierna, en busca del orgasmo, el máximo placer... Cada vez eran más altos los gritos, gemidos y chillidos que en su interior se producían, prólogo de algo que se aproximaba... el orgasmo, que estaba a punto de estallar, confundiendo el agua de la ducha con sus licores íntimos, los que sólo una mujer sabe ofrecer en esos momentos especiales, cuando su excitación alcanza el máximo y llega a lo más...

A Stephany. Gracias por corregírmelo

2 comentarios:

  1. Mira mira, que te estás poniendo mu malito, y luego vas a terminar como el de los Mojinos Escozíos, hablando con los habitantes de tus secreciones íntimas masculinas!!!!!!!!
    Jajaja, un beso guapetón, pero CASTO Y PURO, que to se cambia despuñes de leer una historia como ésta.
    Por cierto, ME VOY PA LA DUCHA, AUNQUE ME TENDRÍA QUE PONER LENTILLAS, RIZARME EL PELO, OPERARME DE PECHOS Y HACERME UNA LIPO,...
    Da igual, por lo menos aún tengo dedos...
    Jajajajajaj
    Pa ke ponerte nombre,
    EOI,EOI.

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  2. ¿Y tú no conocías el relato? Algún día contaré el secreto de EOI...

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